Mira, ¿has visto alguna vez a un elefante ubicarse detrás de una margarita (Bellis perennis según su clasificación científica en el latín de los científicos, sistema de clasificación establecida por Carl Von Linneo)?
Pues... ¡qué bien se esconde!

Lamento decirte que este es un punto ciego, en el cual para la óptica es la nulidad o la lenta aparición del "Oro de los tigres" como lo señaló en su poema Jorge Luis Borges, un autor que fue perdiendo la vista, que paradógicamente terminó siendo el librero ciego de la biblioteca de Buenos Aires, un lujo permitido a un excelente maestro de la literatura. ¿Qué no has leído a Jorge Luis Borges? Cuando puedas, búscalo y léelo. Pero bueno, el tema es que estás en un punto ciego. Desde luego no estás desperdiciando tu tiempo. Porque a las finales, al fin y al cabo, ¿qué es el tiempo? El tiempo no es lineal, como lo viene demostrando los teóricos físicos del 8D, o la nueva realidad de los hipercubos y teseractos, en movimiento. El tiempo tiene una forma de doble espiral, no es la hélice del ADN, sino del vector de las luces que de las 22 letras del alfabeto judío, junto con las 231 puertas, dan el origen del todo, partiendo del En Soph. Justamente algo así como el Aleph, que lo escribió Borges al sentarse en una escalera que daba a un sótano y pudo ver el sentido de la vida, la vida misma, el universo entero, como convergía todo hacia un mismo punto que no era la simulación de un agujero negro, sino la unificación de todos los tiempos, todas las imágenes y todas las geografías posibles en ese único punto visual, donde los problemas desaparecían junto con sus respuestas. Pero acá no hay nada... vas a tener que volver al punto anterior... o al inicio.